Wes Anderson es así. Su última comedia no difiere mucho en la
forma de encarar el rodaje a su predecesora. Eso sí, es destacable el recurso
que utiliza para meternos en las diferentes narraciones de cada relator de la
historia y el humor negro con grandes toque implementado esta vez, con un tono
policial, y un elenco de primeros actores que no hacen otra cosa que aporta lo
mejor para la cinta.
Es muy buena la performance de Ralph Fiennes, quien
no suele estar relacionado comúnmente a este tipo de producciones, pero con su
mera presencia en la misma demuestra que es un gran actor y posee la
versatilidad necesaria para navegar en diferentes género cinematográficos. Cabe
destacar el gran aporte visual, a lo cual Anderson ya nos tiene acostumbrado;
sin embargo, en esta ocasión supo ser mucho más detallista y nos entrega su
mejor trabajo.
Este director sabe como atrapar a sus seguidores. La
película es una gran comedia, pero no nos dejemos engañar; no vamos a estar descostillándonos
de la risa. Un humor absurdamente inteligente es sólo para entendidos en la
materia. Saber qué es lo gracioso sin hacer una mueca. Eso es lo que ha
caracterizado a este realizador y es así como se mueve en el mundo del séptimo
arte.
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