Solo un
genio y buen realizador podría llevar esta gran película a la pantalla grande.
Giuseppe Tornatore, inteligentemente, nos estrega un filme que entremezcla
varios géneros, como la comedia, el romance, el misterio, el drama y el
thriller, de una manera tal que nos parezca una gran obra de arte en donde todo
lo plasmado es lo justo y necesario.
El
trabajo en cámara con esos movimientos en ocasiones gratuitos, atrapan por la
belleza de las imágenes con el objetivo de sumergirnos en la misma como para hacernos
entender que, para saber de qué se trata el filme, en primera instancia
deberíamos conocer un poco sobre el mundo de las subastas y restauraciones de
obras de arte.
El elenco es muy
bueno, sin embargo, como es de esperar, por su gran talento, Geoffrey Rush
carga en si mismo toda la película. Es Él quien realmente maneja las emociones
del espectador al componer ese personaje llevado por sus supersticiones y su
carácter antisocial.
A
este gran film, acompaña la música del maestro Ennio Morricone la cual le da
personalidad e identidad a la misma. Podría ser que algunos le critiquen la
manera de resolver algunos conflictos y por lo ambiciosa de la misma ¿pero
acaso, la controversia no fue siempre de la mano con las grandes obras maestras?
En mi
caso, he disfrutado la película lo cual no me pasa últimamente. En ella se
rescata el amor al séptimo arte no solo por la belleza plasmada en la misma,
sino por el compromiso de este excelente realizador de hacer cómplice al
espectador, hasta un punto omnisciente y hacerlo sentir un poco involucrado.
De lo mejor que vi en el año.
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