A
partir de una simple idea surgen otras más. Ya no es necesario lo gore para
asustar (aunque posee momentos muy fuertes). En Oculus sólo el terror nos llega
por lo psicológico más que por los ojos, irónicamente. El director juega con el
tiempo narrativo entre el pasado y el presente, de manera tal de unir ambos y
crear un circulo atemporal, como si todo se viviese una y otra vez. Este recurso permitió que ese pase de tiempo
en cada situación no fuese un flashback común y permitiese además, seguir con la tensión
y el suspenso para no generar vacios en
la misma y no se convierta en un filme tedioso.
La
película no abusa de nada; ni de sus efectos especiales, menos de agregar una
trama complicada a pesar de los saltos de tiempo. Verdaderamente asusta, y
mucho. Muy bien lograda y para aplaudir sabiendo que el género de terror, con
algunas excepciones por supuesto, está
en decadencia últimamente.
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