Una película a todo color
Hugo y El Artista son películas que tocaron el tema de los inicios del cine de diferentes maneras. La primera que habla de los primeros pasos del mismo pero a puro color y un espectacular 3D, la segunda todo lo contrario. En blanco y negro, muda pero musicalizada. Y con ambas les puedo decir que sentí la misma emoción.
Es muy difícil en esta era de grandes avances en la industria que una película muda y sin color logre lo que hizo El Artista. Y no necesita nada más que un buen reparto para que la misma salga a flote y se mantenga firme en los 100 minutos que dura la cinta. En las dos etapas que vive el protagonista en el film denota la calidad actoral del mismo y la narrativa que usa el director para hacernos reír un poco en un principio, y sufrir y llorar después. Las demás cuestiones técnicas impecables, como era de costumbre en aquella época tan dorada del cine.
El Artista bien merecido tiene todos sus premios recibidos. Tanto porque otorga mucho entretenimiento como lo hiciera una película a todo sonido y color, y porque es experiencia del viejo cine que todo amante del mismo debería, si o si, experimentar.
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